Pablo era un niño de 10 años. Se acababa de mudar de Alemania, debido al nuevo trabajo de sus padres, para llegar por primera vez a España, concretamente a Madrid. Su padre era de origen alemán, mientras que su madre era española, por lo que desde pequeño, fue aprendiendo los dos idiomas a la vez.
Al mudarse, todo era nuevo para él, el lugar, la casa, el ambiente, el colegio...
El primer día de colegio, sus padres le acompañaron y sus maestras le presentaron delante de sus nuevos compañeros. Pablo era un niño tímido, reservado y sus compañeros le calificaban como "raro", ya que provenía de un país diferente y no pronunciaba el español correctamente.
Le costaba relacionarse con los demás niños y además estos hablaban de él, le miraban y se reían. Ninguno se acercaba para conocerle, ni siquiera, para jugar con él. Pablo llegaba desanimado a casa, sin ánimo para volver el día siguiente al colegio.
Se acercaba la fecha del carnaval, y para ello los maestros preparaban una obra de teatro relacionada con esta fiesta. Los profesores al ver el comportamiento que tenían los demás niños hacia Pablo, decidieron ponerle a él como protagonista de la historia que tenían que representar. Para ello debían ensayar durante horas cada día, y por este motivo, pasaban más tiempo juntos, unos con otros y, de esta manera, Pablo se relacionaba e iba conociendo a los otros niños. Todos le fueron conocieron y se sorprendían al comprobar que Pablo no era como ellos pensaban, crearon una nueva imagen sobre él. Le veían como un niño amigable, risueño, y aun mejor, le veían como una persona en la que podían confiar. Todos vieron que se habían confundido con él, y aprendieron algo, no hay que juzgar a las personas por una primera apariencia, hay que conocerlas poco a poco y darles la oportunidad de ser ellos mismos,
Pablo, poco a poco fue confiando en los nuevos compañeros. Llegaba feliz a casa, (una gran novedad para sus padres), y de lo primero que hablaba con ellos al llegar era de los buenos amigos que tenía.
Finalmente, llegó el día de la representación teatral, todos estaban felices, vestidos con esos coloridos y lujosos trajes de los que se podía presumir en carnaval. Al finalizar la obra, todos los espectadores felicitaron a los niños por la gran actuación que habían llevado a cabo y vieron que si realmente no hubieran estado unidos, no habrían logrado hacerlo tan bien.
Por fin, Pablo se sentía orgulloso al decir que tenía nuevos amigos y se sentía feliz al haber conseguido ese gran reto para él.
Me ha encantado tu cuento Mirian 💟
ResponderEliminarEn el nos enseñas una gran lección. No debemos opinar ni juzgar a nadie sin antes conocer a esa persona. Muchos niños se encuentran en situaciones como la de Pablo y muchos de ellos son rechazados. Tomemos la iniciativa de conocer primero a las personas y respetemos su forma de ser, quizás cuando conozcamos a la persona nos demos cuenta de que las apariencias engañan y que hay personas que nos pueden aportar mucho, aunque procedan de otro lugar del mundo.
Enhorabuena por este maravilloso cuento✅👏
Lo peor de esto, es que no pasa sólo entre niños, en el colegio, sino que también ocurre con adultos. Con esto me refiero a que nos fijamos en lo primero que vemos de una persona y a partir de ahí, empezamos a juzgar sin conocer. Espero que esto vaya cambiando poco a poco y que nos fijemos, realmente, en como somos.
ResponderEliminarMuchas gracias, María José.