lunes, 27 de febrero de 2017

No juzgues, conoce primero.

Pablo era un niño de 10 años. Se acababa de mudar de Alemania, debido al nuevo trabajo de sus padres, para llegar por primera vez a España, concretamente a Madrid. Su padre era de origen alemán, mientras que su madre era española, por lo que desde pequeño, fue aprendiendo los dos idiomas a la vez.

Al mudarse, todo era nuevo para él, el lugar, la casa, el ambiente, el colegio...
El primer día de colegio, sus padres le acompañaron y sus maestras le presentaron delante de sus nuevos compañeros. Pablo era un niño tímido, reservado y sus compañeros le calificaban como "raro", ya que provenía de un país diferente y no pronunciaba el español correctamente.
Le costaba relacionarse con los demás niños y además estos hablaban de él, le miraban y se reían. Ninguno se acercaba para conocerle, ni siquiera, para jugar con él. Pablo llegaba desanimado a casa, sin ánimo para volver el día siguiente al colegio.

Se acercaba la fecha del carnaval, y para ello los maestros preparaban una obra de teatro relacionada con esta fiesta. Los profesores al ver el comportamiento que tenían los demás niños hacia Pablo, decidieron ponerle a él como protagonista de la historia que tenían que representar. Para ello debían ensayar durante horas cada día, y por este motivo, pasaban más tiempo juntos, unos con otros y, de esta manera, Pablo se relacionaba e iba conociendo a los otros niños. Todos le fueron conocieron y se sorprendían al comprobar que Pablo no era como ellos pensaban, crearon una nueva imagen sobre él. Le veían como un niño amigable, risueño, y aun mejor, le veían como una persona en la que podían confiar. Todos vieron que se habían confundido con él, y aprendieron algo, no hay que juzgar a las personas por una primera apariencia, hay que conocerlas poco a poco y darles la oportunidad de ser ellos mismos,

Pablo, poco a poco fue confiando en los nuevos compañeros. Llegaba feliz a casa, (una gran novedad para sus padres), y de lo primero que hablaba con ellos al llegar era de los buenos amigos que tenía.

Finalmente, llegó el día de la representación teatral, todos estaban felices, vestidos con esos coloridos y lujosos trajes de los que se podía presumir en carnaval. Al finalizar la obra, todos los espectadores felicitaron a los niños por la gran actuación que habían llevado a cabo y vieron que si realmente no hubieran estado unidos, no habrían logrado hacerlo tan bien.

Por fin, Pablo se sentía orgulloso al decir que tenía nuevos amigos y se sentía feliz al haber conseguido ese gran reto para él.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado tu cuento Mirian 💟
    En el nos enseñas una gran lección. No debemos opinar ni juzgar a nadie sin antes conocer a esa persona. Muchos niños se encuentran en situaciones como la de Pablo y muchos de ellos son rechazados. Tomemos la iniciativa de conocer primero a las personas y respetemos su forma de ser, quizás cuando conozcamos a la persona nos demos cuenta de que las apariencias engañan y que hay personas que nos pueden aportar mucho, aunque procedan de otro lugar del mundo.
    Enhorabuena por este maravilloso cuento✅👏

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  2. Lo peor de esto, es que no pasa sólo entre niños, en el colegio, sino que también ocurre con adultos. Con esto me refiero a que nos fijamos en lo primero que vemos de una persona y a partir de ahí, empezamos a juzgar sin conocer. Espero que esto vaya cambiando poco a poco y que nos fijemos, realmente, en como somos.
    Muchas gracias, María José.

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